jueves, 14 de agosto de 2008

SOBRE LA UNIVERSIDAD: IDEAS QUE NO SE PUEDEN DEJAR PASAR POR ALTO

En la edición dominical del diario Los Andes de Puno del día 29 de junio del año en curso, se han publicado dos artículos periodísticos referentes a la Universidad Nacional del Altiplano (UNA-Puno): Los “perros” y los “fachos” de la Universidad Nacional del Altiplano, de Christian Reynoso, y Entretelones de la disputa entre Patria Roja y Siglo XXI “perros” y “fachos” en la política puneña, de Paul Apaza Coyla, que bien merecen algún comentario, aunque un poco tardío, por la grosera distorsión que, a mi modo de ver, introducen o reafirman en la percepción del tema universitario.

¿Cuáles son las perlas que resaltan, de primera intención, en los referidos artículos?:

Por parte de Christian Reynoso lo siguiente:

a) Que la problemática universitaria se reduce a la confrontación “política” entre dos grupos de docentes universitarios organizados: los “perros” y los “fachos”.

b) Que ambos grupos “cargan sobre sus hombros el defecto de no estar articulados políticamente y de no poseer un aparato formal de propuesta técnica ni ideológica, haciéndose visibles solamente en tiempo de elecciones universitarias”.

c) Que “a ellos se adhieren el grupo de los llamados profesores “independientes“ que son aquellos venidos de afuera, tanto de Arequipa o Cusco”.

d) Que los docentes “dedican mayores esfuerzos a la barahúnda política que a la generación de conocimientos”, y

e) Que “mientras la universidad se encuentre politizada y mercantilizada, primará el interés personal y la camaradería nefasta y mediocre en contra del aparato académico, humano e intelectual”.

Mientras que por parte de Paúl Apaza Coyla, está lo que sigue:

a) Que en esta universidad hay “un grupo de iluminados que ponen las pautas del socialismo ya sea democrático (perros) o revolucionario (fachos)”.

b) Que”la mayoría de autoridades de la región, que hoy están al frente de la administración pública, dieron sus primeros pasos en la política en las diferentes agrupaciones existentes en la UNA, que históricamente fue manejada por los catedráticos de la izquierda que partieron a la casa superior de estudios en dos bandos: Siglo XXI (fachos) y Patria Roja (perros)”.

Y así se podría seguir consignando una serie de lindezas “analíticas” que no las voy a tomar en cuenta porque redundan en lo mismo y por respeto a la inteligencia de los lectores. Entonces vayamos al fondo del asunto:

Esta interpretación “política” de la UNA-Puno, como de la universidad en general, del país, responde a una concepción superflua y maniquea proveniente de un sentido común escasamente trabajado, que presenta los siguientes rasgos:

(a) Esencialismo ontológico que desemboca en un rancio macarthismo, desde el momento en que les atribuyen ingenuamente a los actores académico-políticos un conjunto de rasgos perversos y absolutos, inherentes a su propia naturaleza y manera de ser y, por lo mismo, inmodificables sea cual sea el espacio de su actividad: ya sea en la universidad o fuera de ella como profesionales o representantes en algún nivel de gestión estatal (alcaldes, regidores, presidentes regionales, congresistas, etc.).

(b) Antropologismo visceral que se condice en todos sus términos con las más rancias construcciones ideológicas y filosóficas de la derecha tradicional y neoliberal, puesta al trasluz especialmente en momentos de aguda confrontación social cuando, como ahora, haciendo uso de un macarthismo criollo desembozado e irreflexivo, le endilgan a los políticos y académicos de izquierda malignas intenciones supuestamente originadas en alguna contrahecha naturaleza personal. Esa graficación zoológicamente huachafa de la discrepancia política entre “perros” y “fachos” ¿acaso no tiene también el olor de un cierto macarthismo estúpido desubicado y ahistórico que no ayuda en nada a una explicación seria y profunda de la problemática universitaria?

(c) Mecanicismo sociológico, porque se tiene la idea de que las personas se mueven, actúan, se desenvuelven y conducen sus vidas en la universidad, por simples consignas de “iluminados” y equivocados sujetos de la política, configurando un externalismo atrancado que niega de plano la dimensión subjetiva, interior y propia de los seres humanos; su capacidad conformativa y reactiva y, al final de cuentas, todo lo que como libertad caracteriza al ser humano y que cualquier “iluminado” no puede arrebatarle.

(d) Conspiracionismo político, porque si el asunto es de “iluminados” o, en otros términos, de unos cuantos sujetos activos de la política frente a un conjunto de “independientes” (determinados ideológica y territorialmente por los escribientes en mención) que solamente se “adhieren” a los primeros, entonces la política en la institución universitaria es el privilegio de esos cuantos sujetos que conspiran (se reúnen, organizan, amarran las cosas, determinan las acciones, etc.) para bien o para mal de la universidad.

(e) Concepción equivocada de la política, desde el momento en que, exactamente igual a las más desorbitadas posiciones neoliberales, se tiene la errada idea de que la política es mala, peor todavía en la universidad, donde se quisiera ver a alumnos y docentes formalitos, agachadizos y aceptativos, acríticos y dedicados exclusivamente a temas que no rocen siquiera los asuntos del “drama social”. Vieja artimaña ideológica orientada a embotar el filo conciencial de la juventud universitaria y a limarle los dientes a la crítica académica tras la cortina de un culturalismo descomprometido.

Esencialismo, mecanicismo, conspiracionismo y apoliticismo aparente son, en consecuencia, serios obstáculos en la construcción de una reflexión con cierto aire de decencia académica y periodística que ayude en la elaboración de una opinión pública emancipada de las directivas ideológicas del poder, y libre en sus propias determinaciones políticas. De una reflexión que nos permita vislumbrar, por ejemplo, lo siguiente:

1. Que los sujetos humanos son siempre sujetos sociohistóricos en permanente construcción y reconstrucción a partir de su propia experiencia social. Las formas de pensar y de actuar político no vienen genéticamente determinadas sino que son el fruto de una práctica social permanente, contradictoria y compleja, donde se definen y se cualifican las ecuaciones personales en una o en otra trayectoria.

2. Que la politización de la universidad no es un hecho inducido desde fuera de la misma, sino más bien fruto de su, como dice José J. Brunner en un interesante trabajo (Gobierno universitario: elementos de análisis y discusión), “potencial (interno) de politización” a partir de elementos empíricos que juegan en este sentido. Algunos de estos elementos resaltados por Joseph Ben-David (American Higher Education) y otros, y citados por Brunner en el trabajo referido, son los siguientes:

3. La vida universitaria, al poner en comunicación a un número importante de estudiantes, da lugar a una existencia permeable al compromiso político.

4. El número de estudiantes engendra la posibilidad de que se sientan en condiciones de asumir algún tipo de representación social.

5. Malestar universitario que conduce a afanes reivindicativos.

6. Inestabilidad y fluidez del sistema político que posibilita a los estudiantes el desempeño de roles políticos con repercusión nacional.

martes, 12 de agosto de 2008

EL ESTADO: COPAMIENTO APRISTA Y SUPUESTOS POLÍTICOS


El oficialismo alanista ha pisado el acelerador en el copamiento de las instituciones del Estado, de aquellas que, según dicen, están conducidas por personas en “cargos de confianza” y que en calidad de tal correspóndele al Presidente o a sus ministros el derecho de su designación mediante el clásico “dedazo”.

¿Cuál es el supuesto político que se esconde tras esta decisión de política, motivo de rechazo por amplios sectores de la opinión pública? Se puede especular en varias posibilidades todas ellas con razonables ingredientes de credibilidad, como las siguientes:

(a) Que el APRA en el poder necesita recurrir a sus propios especialistas para garantizar idoneidad en el manejo del aparato estatal, algo no garantizado por un personal carente del “alma” aprista y las convicciones ideológicas de un militante; lo que al mismo tiempo encierra el supuesto del partido y sus militantes iluminados, vieja creencia en las subteorías de la política criolla.

Si bien es cierto que el partido político es de suma importancia en la intermediación crucial entre gobernantes y gobernados y en el acceso al poder político de un país, su efectividad se relativiza en el terreno del poder mismo cuando los gobernantes se ven obligados, por la naturaleza del poder que ostentan, a la universalización de su representación donde lo que cuenta son las legitimidades y los consensos tácticos y estratégicos para alcanzar las metas y objetivos de un programa gubernamental; algo imposible de ser logrado por un partido embelesado en la observación de su propio ombligo burocrático y, peor todavía, si este partido, como el APRA, no cuenta con el suficiente número de personal calificado, técnica y moralmente, para asumir responsabilidades que exigen un perfil profesional con determinadas características, amen de la crisis de los colectivos políticos que también afecta en uno u otro sentido al partido de Haya de la Torre.

La experiencia, donde se da la confirmación o descrédito de toda teoría, es bastante aleccionadora en esto del copamiento político del Estado ya que, hasta donde nos alcanza la memoria, toda gestión gubernamental que ha recurrido al reclutamiento de sus verdaderos o falsos militantes en las filas del aparato estatal, ha terminado mal parada con altos índices de desaprobación, como el propio aprismo en la gestión de Alan I donde a las ya conocidas circunstancias que rodearon su descalabro gubernamental, como es el caso de la hiperinflación y la ruina de la economía nacional, hay que sumarle los altos niveles de corrupción como fruto del compulsivo entrismo de los “compañeros” apristas en las celdillas del organismo estatal. La lección, según parece, no ha calado en el “alma” de la cúpula gobernante y, por lo tanto, “la crónica de una muerte anunciada” es más que evidente en este particular.

(b) Que la brecha ideológica entre la militancia aprista y el supuesto aprismo “perrohortelánico” del siglo XXI que impulsa la cúpula aprista en el poder del Estado, ha alborotado tanto el aprisco buferil que, a estas alturas, no hay otro remedio que el “populismo hacia adentro” vía la captura de aquellas instituciones con mayores posibilidades para la oferta de “chamba” a manos llenas.

La decepción y el descontento en las filas apristas por las veleidades ideológicas de Alan II son de suyo evidentes, por las manifestaciones a clara voz o entre líneas que continuamente expresan apristas en diferentes niveles de la estructura partidaria, en absoluto convencidos por la contrahecha ideología alanista del “perro del hortelano” que no es sino la continuación del “fujimorisno sin Fujimori” que Toledo, en su momento, también le dio cuerda. Pretender comulgar con semejante “rueda de molino” es, pues, una exigencia que va más allá de las bondades anatómicas de muchos sinceros y decentes militantes del “partido del pueblo”. Una exigencia de renuncia al “alma” aprista a la que ya se han avenido, hace buen momento, los principales jerarcas en el timón del gobierno, entregados gozosos en los brazos de la plutocracia criolla y extranjera, del capital internacional y del imperio norteamericano.

Apagar esta creciente ignición aprista con más “chamba” para los compañeros es sólo la demostración de un segundo fracaso en la conducción gubernamental, el fracaso del alanismo, Alan II en este caso, para ubicarse desde y con su propia identidad popular en las nuevas coordenadas surgentes en la época de la globalización, la postmodernidad y el capitalismo tardío. No lo ha podido hacer, como tampoco lo pudo hacer antes (Alan I) en coordenadas diferentes matizadas con muchos espacios para el protagonismo y la disrupción desde lo nacional popular. El fracaso de un hiperactivismo populista burocrático hoy empieza a tener su contraparte en el fracaso de un hiperactivismo derechista radical, que no es en absoluto la continuación del sustantivo programa del aprismo auroral. Algo imposible de salvar con el copamiento político militante del Estado y menos todavía con gente de dudosa , cuestionable e impresentable reputación.

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