martes, 16 de junio de 2009

BAGUA EN EL CORAZÓN DE LOS PERUANOS

Ni un átomo siquiera de la dignidad nacional ha podido dejar de estremecerse por la monstruosa forma como Alan García y su Poder Ejecutivo, han respondido a las justas y legítimas demandas del pueblo nativo amazonense encaminadas desde el mes de agosto del año 2008.

Ni la más adormecida conciencia ciudadana de todo el Perú ha podido dejar de indignarse ante la abominable estrategia “perrohortelánica” de Alan García, enfilada a subastar entreguistamente territorios selváticos, aunque en ello se prive de la vida a tanta gente nativa inocente e incluso policías utilizados como “carne de cañón” .

Al día siguiente de los luctuosos sucesos de Bagua que han ensangrentado, por segunda vez, la administración gubernamental del inquilino de Palacio de Gobierno éste, con un desparpajo alicinante, dictó el libreto para el discurso oficial explicativo de los hechos que habrían de seguir, al pié de la letra, todas sus polichinelas de fajín ministerial desde el carbonizado políticamente Primer Ministro Yehude Simon hasta la representante del Estado en la OEA la Sra. Zavala: “conspiración que ha interrumpido la producción y el transporte de petróleo”, “insurgencia y levantamiento”, “políticos que predican fórmulas extremistas”, “salvajismo y barbarie”, “salvajismo extremista”, “subversivos y dirigentes políticos” (Despacho Presidencial/ Declaración de Alan García Presidente de la República del 8/6/2009); obviando chambonamente el asunto de fondo, causa y meollo de la situación, con la finalidad de sorprender a la opinión pública convirtiendo este hecho en un hecho de absoluta victimización, policial y judicial.

Los nativos awajún, wampis, shawis, chayawita, candoshi, cocama-cocamilla y shibilo, entre otros, constituyen la fuerza de avanzada cívica emblemática contra el modelo neoliberal en caída libre que el ideólogo del “perro del hortelano” defiende con una compulsiva obstinación, mandando al estercolero los principios aurorales del aprismo y lo que le quedaba todavía de socialdemocracia, para auparse al carro de la derecha cerril del mundo contemporáneo que está destruyendo soberanías, identidades, economías nacionales e inteligencias, en coyunda con una clase política criolla falduna, vendepatria y capada de todo vestigio de nacionalismo y amor al país.

El modelo neoliberal, invento del “capitalismo tardío” y nueva religión del alanismo recargado, horada el mercado interno para beneficio leonino de los grandes intereses transnacionales; privilegia, en nuestro caso, una economía primaria para la exportación; aumenta la inequidad entre los peruanos; debilita y destruye la pequeña y mediana producción orientada al mercado interior; subasta a precio risible nuestros recursos nacionales; desestructura y debilita las culturas propias; desmedula de inteligencia crítica a los actores mediáticos y amaricona a los políticos de la derecha tradicional y revervecida con nuevos atavíos, que no encuentran otra salida a los problemas del país, que amancebarse en muelle tálamo con los play boy del capitalismo mundial.

En los extravíos de esta urdimbre neoliberal los políticos estupidizados y esquizofrénicos pierden absolutamente todo contacto con la realidad; todo rescoldo del buen pensar y del mejor obrar, en la ansiedad famulesca por servir al patrón que ha conducido, en este caso, a la barbarie genocida, las lavadas de mano hipócritas de quienes gobiernan el país, y al intento de continuar con la política vendepatria mediante la jugada de “dejar en suspenso indefinidamente” la aplicación de los espúreos decretos legislativos mencionados.

Alan García y sus asesores apuestan, ahora, con esta decisión cocinada apresuradamente en el Congreso, ante la repulsa nacional e internacional, a la desactivación del movimiento indígena amazónico mediante la persecución y judicialización de los dirigentes, la división del movimiento indígena “conversando”, dizquen, directamente con los representantes de las comunidades; la intervención de las ONGs vinculadas con el desarrollo de las comunidades etnolingüísticas de la amazonía; la lapidación política de Pizango; la suspensión por 120 días a varios congresistas de la oposición, gracias a la mayoría conseguida entre apristas, fujimoristas y unidad nacionalistas; y la prolongación del Estado de Emergencia en las zonas más candentes del conflicto.

¿Más problemas hacia delante? Todo indica que sí. La coyuntura política del país se ha modificado radicalmente con el cuadro de acontecimientos más recientes que han derrumbado la legitimidad de Alan García y han empujado al país al borde de una eclosión social generalizada con imprevisibles consecuencias. La renuncia del Gabinete Yehude Simón y en especial de Mercedes Cabanillas y Flores Araos podría dar algo de oxígeno a esta deteriorada administración, siempre y cuando la soberbia y arrogancia del Presidente deje espacio a una actitud más dialogante y, sobre todo, a la decisión estratégica de reconsiderar el modelo neoliberal por lo menos en aquellos aspectos que inciden directamente en las condiciones de vida de la población como las de los hermanos nativos amazonenses. Por lo pronto, la exitosa movilización de miles de patriotas en el país y paralización en varias ciudades, el día 11 de los corrientes, son los primeros tambores de guerra de una posible deflagración social que el oficialismo sonámbulo parece no entender.