domingo, 15 de mayo de 2011

EL FUJIMORISMO ESCONDIDO DE F. ROSPIGLIOSI

Las circunstancias políticas que vive el país, en estos momentos, son absolutamente propicias para el debate académico y político positivo pero también para la explicitación ideológica personal de muchos personajes del campo intelectual y académico que, hasta el momento, no exponían su radiografía en este terreno que la tenían bien disimulada, como es el caso de Fernando Rospigliosi.

Rospigliosi en su columna “Controversias” del Diario La república del día 8/5/2011, sostiene las siguientes simplistas y maniqueas ideas sobre Keiko Fujimori y Ollanta para defender de soslayo la candidatura de la hija de Alberto Fujimori:

a) “El cerebro y operador principal de la dictadura (de Alberto Fujimori) era Vladimiro Montesinos. No es que Alberto Fujimori fuera un ingenuo engañado por su compinche. Era socio y cómplice”
b) Sin Montesinos no hubiera habido golpe ni control de las FFAA, Poder Judicial, medios de comunicación, etc.
c) Montesinos está preso y condenado, ” y no será indultado ni liberado por ningún motivo ni bajo ninguna circunstancia…Eso implica que no podrá jugar, de ninguna manera, el papel que desempeñó en la década de 1990”.
d) Keiko, en consecuencia, “así quisiera, no podría repetir la experiencia del gobierno de su padre”.
e) “Keiko Fujimori no ideó ni aplicó el modelo autoritario. Y sin Montesinos no es posible repetir el esquema de los 90”.
f) “Keiko es joven, con poca experiencia, pero tiene la menta abierta”
g) “En conclusión no tengo dudas de que Ollanta Humala es autoritario, antidemocrático, violador de los derechos humanos, estatista, oportunista y camalónico. Se ha disfrazado para aparentar algo que no es”.

En buen romance este sicofante pretende, tonto él, hacernos comulgar con la siguiente rueda de molino: todo el problema sucedido en el país (corrupción, homicidios, saqueo de las arcas del Estado, tráfico de armas a las FARC de Colombia, etc. etc..) han tenido como origen a un individuo de repugnante catadura: Vladimiro Montesinos, quien influyó en su “socio y compinche” Fujimori (pobrecito él) para que destrozara el Erario y la dignidad Nacional y por lo que, además de otras cosas, es in inquilino por 25 años de la cárcel pública, y como está preso (continúa la reflexión interesada de Rospigliosi) no existe posibilidad alguna de que influya en la hija del sátrapa de ser elegida gobernante (Keiko) quien, dicho sea de paso no fue ella (sigue diciendo Rospigliosi) quien inventó ni aplicó el “modelo autoritario” y que, en consecuencia, como es “joven, con poca experiencia, pero tiene la menta abierta”, sólo habría que dudar de ella sobre las bondades de su gobierno, mientras que sobre Ollanta no tiene dudas en cuanto a que es “autoritario, antidemocrático, violador de los derechos humanos, estatista, oportunista y camaleónico”.

Para este pícaro inventor de novelas dramáticas, como el guión que acaba de diseñar, todo el asunto se reduce a un hombre, a la hija que no es posible que tenga relación con este hombre y a que esta hija es todavía joven y de mente abierta, para solamente dudar de ella, mientras que al otro candidato a Ollanta Humala simplemente, sólo apelando a su truculenta subjetividad y miopía, lo envía, cual remedo de Torquemada, directamente al crematorio de la ultraderecha neoliberal a la que hace buen rato se ha trasladado oportunistamente Rospigliosi, luego de sus anteriores veleidades izquierdistas.

Toda esta historia fujimontesinista, hay que recordarle a este no declarado escudero del keikismo, no es sólo consecuencia de un individuo como Montesinos, sino de todo un cuerpo o un colectivo de gente corrupta, eviscerada moralmente y antidemocrática que asaltaron el poder para hacerse con el plata del Estado, originando un verdadero sistema de megacorrupción nunca visto en el país, ensuciándose en la moral pública, comprando vilmente conciencias, ilusionando al populacho, orinándose en los derechos humanos y defecando en todo lo que se llama dignidad, honestidad y decencia, y pervirtiendo la conciencia nacional, al punto que, por esta razón, estamos, de no mediar una urgente asepsia de la opinión ciudadana, a un triz de que la historia de los años 90 vuelva a repetirse con los mismos jinetes del apocalipsis, la misma cháchara populista, la misma “chaquepa” y el mismo morbo cleptocrático.

Montesinos, en consecuencia, ha sido sólo uno de los personajes de todos los personajes del sistema y de la historia, como los varios que se han prendido de las faldas de la candidata. Ese pesadilla ominosa que amenaza retornar como en el “túnel del tiempo”, con una candidata que, según todas las evidencias, ha usufructuado personalmente de ese sistema, se ha formado en su racionalidad perversa y, hoy, expresa un colectivo donde se afirma esa racionalidad, con un programa económico y político que no es sino más de lo mismo: más apertura indiscriminada de mercados, más desprotección de la clase trabajadora, más privilegios para los tagarotes del gran capital, más entrega de los recursos de la nación a la voracidad de los capitales extranjeros, más limitación a la libertad de expresión, más privatización de las universidades públicas, más, más y más de lo que ya hemos vivido y seguimos viviendo. Nada de cambio.

La estrategia de Rospigliosi constituye, por todo lo que dice, en separar a keiko Fujimori de toda la historia de su padre. Limpiarla, asearla y maquillarla para dejarla nuevecita y sólo dudar si hará o no un buen gobierno pero de aquí hacia adelante, es decir a partir de un nuevo piso o una nueva línea de base, un piso supuestamente limpio de todas las truculencias del pasado. Esa es la retorcida torta que nos quiere hacer compartir este personaje y que, algunos, desgraciadamente en nuestro medio a académico y profesional, ya han comenzado a compartir.

Construida la primera parte de esta fábula simplona, de la Keiko “buena” y de la que sólo se puede “dudar”, Rospigliosi emprende la segunda parte con hacha en mano para devastar a Ollanta Humala con los epítetos más atroces: “autoritario, antidemocrático, violador de los derechos humanos, estatista, oportunista y camaleónico. Se ha disfrazado para aparentar algo que no es”, absolutamente convencido de su certeza sobre el personaje, sin permitirle siquiera el beneficio de la duda. Aquí no hay historia del personaje, por lo menos disfraz de objetividad, equilibrio analítico, dudas aunque sea para las galerías, como los tiene con su candidata. Sólo hay el desagüe bilioso de un intelectual oportunista.