miércoles, 2 de septiembre de 2009

LA OLLA SE SIGUE DESTAPANDO: MÁS AGRESIONES NEOLIBERALES CONTRA PUNO

No bien nos estamos reponiendo de la sorpresa inicial del zarpazo neoliberal con el caso de la Hidroeléctrica de Inambari, cuando se descubre otra agresión en ciernes contra los intereses medioambientales y los recursos naturales de la región de Puno, gracias a la denuncia del Ing. Víctor Paredes Argandoña, titular de la Dirección Regional de Energía y Minas, según la cual el Gobierno Central ha firmado 13 contratos con diferentes empresas extranjeras para perforar 35 pozos petrolíferos en fase de exploración; en tanto que tres lotes ya han sido concesionados para la explotación del crudo. Los lotes en los cuales se ubican estos pozos son el 154, 155 y 156, ubicados en las provincias de Azángaro, San Antonio de Putina, Huancané, Moho, Puno, el Collao-Ilave y Chucuito. Hasta donde se tiene información, el lote 155 comprende un área de exploración de 324,000 hectáreas y el lote 155 de 474,616 hectáreas que, sumadas ambas, dan una extensión bastante grande del territorio puneño.

Si bien es cierto que se necesitan más detalles para conocer la dimensión de los arreglos “bajo cuerda” del Ejecutivo con las empresas del petróleo Pluspetrol y el Grupo Petrolero Sudamericano, no se requiere tener más de dos dedos de frente para barruntar un serio olor a podrido, tras esta ingrata noticia que subleva ánimos y encrespa voluntades, por la forma como se vienen haciendo las cosas: sin información veraz y oportuna o, incluso, sin ninguna información para, como ya es característica de los neoliberales criollos, actuar sobre “hechos consumados”.

Las tendencias de la economía mundial liderada por las necesidades de mercado de las grandes empresas capitalistas transnacionales, condiciona y presiona estructuralmente a los países explotados y dependientes, gobiernos fámulos de por medio, como el nuestro, hacia la imposición de políticas económicas neoliberales dirigidas a la explotación de los recursos naturales que necesitan los países desarrollados y dominantes, como es el caso del cobre, el oro, el gas y el petróleo, entre otros, a cambio de contraprestaciones económicas por lo general bajas e inestables, y el agravante de una economía nacional desmantelada en sus posibilidades de desarrollo autocentrado, y más dependiente que nunca de los grandes intereses mundiales.

Por esta ruta del crecimiento neoliberal es indudable que el Perú hoy es más dependiente y condicionado que antes, con una economía reprimarizada en términos semejantes a los experimentados a lo largo de la vida republicana, un mercado interior controlado absolutamente por capitales y bienes provenientes del extranjero, una clase social laboral urbana y rural completamente desprotegida frente a los intereses del gran capital, una clase política gobernante sin conciencia ni proyecto nacional, y un Estado privatizado en beneficio de los “poderes fácticos”. El Perú, en estas condiciones, se ha convertido, entonces, en una feria de subastas de todo lo que se pueda vender al capital extranjero bajo el malsano criterio fenicio de que “todo lo que se pueda vender debe ser vendido”, y mientras más se venda mejor porque con ello vendrán capitales que servirán, al final de cuentas, para seguir vendiendo más. Y, como lo que hoy se está vendiendo más son recursos naturales, la puntería está puesta en la madera de nuestra amazonía, en el oro, el gas y el petróleo, sólo por citas algunos de los casos más emblemáticos, de lo que viene aconteciendo.

¿Y cuál es el impacto de esta inversión extranjera, fruto de la venta de nuestros recursos naturales?, ¿qué consecuencias importantes ha tenido esta ancestral política económica entreguista en el país, ¿cuánto hemos avanzado con este “modelo económico” aperturista?. Allí están los resultados: los ámbitos de inversión de la mediana y gran minería se han visto arrasados por la contaminación y depredación del territorio, con serios e irreversibles problemas de salud para sus habitantes; las economías locales colapsadas y una pobreza que no amaina a pesar de las estadísticas maquilladas del Gobierno Central utilizadas políticamente. El canon, la gran zanahoria de los neoliberales, no repara ni reparará los enormes costos que en el mediano y largo plazo implican estas inversiones, varias de las cuales se proyectan a nuestro país, como el caso de algunas empresas brasileñas, porque en sus propios países la oposición social y política a la depredación de sus recursos naturales es mayor que en el Perú.

La región de Puno, siendo así, colocada circunstancialmente en las coordenadas de las necesidades mundiales por ciertos recursos naturales como los señalados más arriba, se verá compelida a ingresar, en el presente siglo, al ritmo y condiciones de la acumulación mundial introyectada nacionalmente por el neoliberalismo criollo, defendido por los anteriores y el actual gobierno con la tesis del “perro del hortelano”; rediseñándose las líneas de la acción y la contradicción social entre el “bloque” económico y político capitalista hegemonizado por la burguesía financiera mundial, orientado a la explotación y transferencia de valor desde los territorios ricos en recursos naturales de la región, y las clases, sectores y segmentos populares crecientemente conscientes de la importancia de su defensa y utilización en el marco de un proyecto regional-nacional donde la garantía del bienestar social presente y futuro constituya el aspecto más importante.

El rechazo a la explotación del crudo en el Lago Titicaca como a la construcción de la Hidroeléctrica del Inambari, a la contaminación del Ramis y a la explotación del uranio en Carabaya, responde a estos nuevos signos de la época donde lo social adquiere ribetes nunca antes conocidos, y donde el “drama social” de la opresión y explotación social se recicla y reaparece tras el lenguaje de la defensa del medio ambiente y la salud de la gente.

Dos proyectos de sociedad y de vida, dos maneras de entender la realidad, se ponen en juego, siendo así: el proyecto mesocrático neoliberal de la burguesía internacional ansiosa por apuntalar su proceso de acumulación mundial, y el proyecto social popular de desarrollo con equidad, democracia y justicia. La defensa de los recursos naturales y del medio ambiente, de la salud y el bienestar de la gente transita indudablemente por este segundo proyecto.