domingo, 26 de agosto de 2012

LA CAPACITACIÓN DOCENTE Y EL CURRÍCULO OCULTO EN LA PRÁCTICA PEDAGÓGICA DE LOS DOCENTES
INTRODUCCIÓN
Durante los últimos años ha venido afirmándose la necesidad de buscar explicaciones a las razones del fracaso de las capacitaciones docentes en cuanto al mejoramiento de la calidad educativa de los estudiantes, es decir en cuanto a la modificación real de la práctica pedagógica docente hasta su conversión en un factor de primer orden en el mejor aprendizaje de los educandos.

En ese sentido, se han buscado explicaciones en diferentes campos del conocimiento, como en el campo de la ética, de la calidad de las capacitaciones, de las remuneraciones docentes, de las condiciones materiales para la enseñanza, de la condición social de los educandos, etc., pero muy pocas explicaciones han hecho el esfuerzo de encontrar, también, razones de este problema en el campo del llamado “currículo oculto” del profesor, es decir en el campo aquel de las creencias, valores, afectividades, ideas, nociones y expectativas realmente sentidas y vividas por los profesores, que inciden de una manera muy importante en el desempeño real de los mismos, en una suerte de contradicción sustancial con los conocimientos objetivos logrados en las capacitaciones.
LOS EDUCANDOS Y EL APRENDIZAJE EN LA REGIÓN DE PUNO

Las diferentes y sucesivas evaluaciones del aprendizaje, nacionales y regionales, han brindado resultados muy preocupantes sobre el nivel de aprendizaje en que se encuentran los educandos de la región de Puno, especialmente en el nivel primaria de la escolaridad que es el nivel, por el momento de desarrollo psicofísico e intelectual en que se encuentra el ser humano, donde se definen las capacidades básicas del ser humano para su progresión en las siguientes etapas de su desarrollo personal y del aprendizaje escolar.

En todas estas evaluaciones los educandos evaluados, de la Región de Puno, especialmente del medio rural, han obtenido calificaciones muy por debajo del promedio nacional que es un promedio también bajo, en las áreas curriculares de matemática y comunicación consideradas como las áreas más importantes en el mundo actual altamente competitivo, del conocimiento, la información y el aprendizaje.

Se puede aducir frente a estos resultados, que los factores más importantes que inciden en los mismos son económicos y físicos, es decir de presupuesto para la educación y de remuneraciones de los docentes, de infraestructura y de equipamiento, como también de las condiciones sociales en las que viven los niños y niñas, pero ninguno de ellos explica, por lo menos en toda su magnitud, el bajo rendimiento escolar. El presupuesto no es, a mi entender, una variable determinante en el rendimiento de nuestros aprendices, lo mismo que la infraestructura y el equipamiento, porque no son un componente de la dimensión subjetiva del aprender sino del contexto externo del mismo (no nos olvidemos que la educación al final de cuentas es un intercambio de subjetividades, como dice Raúl Fornet Betancourt, y en cuanto a las condiciones sociales de las que provienen los educandos si bien es cierto que son la argamasa con la que se construye el perfil subjetivo del niño o niña, ello está sujeto en buena medida a lo que el profesor y profesora pueda hacer en los espacios de aprendizaje. Estas condiciones socio-familiares son, al final de cuentas, un componente significativo de los “imputs” con los que la institución educativa debe procesar todo lo que necesita procesar para arribar a los objetivos y metas de aprendizaje en los educandos.

EL CURRÍCULO OCULTO COMO FACTOR CURRICULAR EN LA ENSEÑANZA DEL DOCENTE

En la teoría curricular se ha tratado de profundizar y detallar el concepto y el sentido del currículo para entenderlo no sólo en su conceptualización o conceptualizaciones clásicas, bajo las diferentes teorías curriculares, sino también en sus distintos niveles de operatividad que caminan desde el currículo formal (nacional y/o regional), pasando por el currículo formalmente diversificado en la institución educativa hasta el currículo realmente puesto en práctica por el docente mediante las sesiones de aprendizaje que elabora para cada momento de la relación pedagógica con los discentes, quedando fuera como foco preocupacional el currículo oculto de los actores educativos que entra en juego en todos los proceso de aprendizaje. Algunas disciplinas curriculares incluyen, dentro de sus tópicos cognoscitivos, el tema del currículo oculto incluso como una forma de currículo, pero muy limitadamente tanto en su profundización teórica como en su relación significativa con los resultados del aprendizaje discente. Posiblemente la excesiva y casi cerrada pedagogización de la educación (entenderla sólo con el lente de la pedagogía) sea una de las causas de este reduccionismo intelectual que abandona las otras entradas importantes para conocer y entender a la educación, como la entrada sociológica y antropológica desde las que se puede entender mejor el currículo oculto. La educación, no perdamos de vista, es un hecho complejo de múltiples facetas difíciles de ser aprehendidas sólo con una mirada disciplinar.

El currículum oculto es considerado como un sistema de recompensas y expresiones de poder que existe en el grupo que participa del proceso educativo, mediante el cual el estudiante y los docentes en el proceso de estructurar su experiencia pedagógica, edifican sus valores sociales (su historia significativa), de acuerdo con la normativa y jerarquía existente en un momento histórico determinado. En el caso de los docentes, que es lo que interesa en la presente indagación, el currículo oculto actúa como una compleja trama de intercambios de reconocimientos, satisfacciones y legitimidades personales que fluidizan los encuentros y desencuentros en el marco de la cultura institucional vigente. En este sentido el currículo oculto cumple una esencial función socializadora de los individuos.

El currículum oculto, en este sentido, se inicia y se forma adoptando y produciendo contenidos no específicos ni establecidos en ningún plan, programa o currículo formal de la educación, y se reconoce y aprende a través de experiencias dentro y fuera de la institución educativa. Viene a ser la “filosofía cotidiana” o espontánea que los sujetos sociales adoptan, construyen y recrean en relación a los diferentes aspectos de la vida personal y social como, en el caso que estamos viendo, la educación. Esta “filosofía cotidiana” se construye con los insumos que provienen de la ideología sistemática, de la ciencia, de las necesidades y el interés personal, de las afectividades y sentimientos y de todo aquello que sirva para organizar un sistema personal y grupal de creencias y respuestas pasivas o activas, positivas y negativas, a todo lo que desafía y confronta las creencias fundamentales del currículo oculto, como en la educación, todo lo que es nuevo y pone en tela de juicio las seguridades ideológicas y simbólicas de los sujetos de la educación como, en este caso, el profesor y la profesora.

Todas estas creencias y seguridades ideológicas construidas subjetivamente en el proceso de su vida activa, por el personal docente, adquieren la forma de currículo oculto sólo en la medida en que son desafiadas por nuevas propuestas de seguridades y compensaciones pedagógicas como, verbigracia, los nuevos enfoque educativos que los grupos elitarios del Estado buscan introducir en la práctica pedagógica del país. El contraste y la confrontación entre lo que se sabe y hace y el nuevo saber y hacer pedagógico, activa los mecanismos resistenciales de los individuos que comienzan a operar abierta o soterradamente para frenar o atenuar, deformar o asimilar lo nuevo y diferente tratando de hacer prevalecer, consciente o inconscientemente, las creencias y seguridades anteriores.

El currículo oculto sólo adopta la forma de tal en el encuentro y la disputa subjetiva e incluso ideológica con otras formas de organizar y entender la vida personal, colectiva e institucional, porque cuando no es así lo antiguo e inveterado de las creencias personales actúan uniformemente en la reproducción de la praxis de los actores sociopedagógicos. Las fuerzas creenciales e ideológicas de los sujetos no necesitan tensionarse y encrisparse para responder a nada porque no hay nada estructuralmente, en este caso, que las moleste.

Por su propia naturaleza el currículo oculto es un tanto impreciso cuyas imprecisiones se suman y se complejizan aún más cuando se asocia con el currículo latente, el currículum encubierto y los efectos secundarios de todos ellos. Sin embargo, pueden reconocerse las siguientes implicancias del currículo oculto:

Internamente, en los espacios de aprendizaje institucionalizados suceden una serie de eventos sociopedagógicos difíciles de documentar con los instrumentos tradicionales y que connotan observaciones complejas, que escapan de la lectura formal tanto visual, auditiva, como de opinión y estadísticas por la vía de las encuestas, entrevistas, observaciones estructuradas u otros medios de medición académica tradicionalmente utilizados por los investigadores.

Externamente, la interacción social trasciende el ámbito escolar al involucrar los procesos de la institución educativa en otros ámbitos que son naturalmente más difíciles de registrar como la ideología, la política y la cultura que marcan fuertemente el perfil de los sujetos y las colectividades produciendo militancias ideológicas, morales y cognoscitivas endurecidas y poco fluidas en el entramado cultural de los encuentros y desencuentros simbólicos, y de los espacios de las seguridades e inseguridades de las persona.

Mucho del tema transcurre, también, por las aceptaciones y negaciones de los docentes cuando reúsan darse cuenta de la gravitación en la praxis, del rol de lo implícito y oculto de sus acciones, ya que de una u otra manera participan inconscientemente en ello. Sin embargo, lo más inquietante del asunto es cuando se actúa conscientemente en detrimento y en contraposición del objeto definido en la visión de la institución educativa como una visión que debe ser compartida por todos como, por ejemplo, en el asunto de la calidad educativa, el “mejoramiento continuo”, la autoevaluación, la teología de la educación y los compromisos sociales de la misma.

El conocimiento del “currículo oculto” es un conocimiento sobre cómo se produce este fenómeno con la intención de incorporarlo como un factor coadyuvante al mejoramiento del proceso enseñanza - aprendizaje, de tal modo que se constituya en un factor de regulación y autorregulación de la praxis docente, en el nivel que se lo estudie. Es un conocimiento, mejor dicho, que puede permitirnos el reconocimiento y la explicitación de toda esa gama de preconcepciones, preconceptos y preafectividades que organizan efectivamente y le dan sentido a la praxis pedagógica docente en los procesos pedagógicos reales donde se confrontan diferentes modelos ideológicos, pedagogías y formas de legitimación de la praxis docente.

Otra vertiente conceptual concibe al “currículo oculto” como todas aquellas prácticas que se producen en el proceso de la experiencia educativa pero que no están consignadas explícitamente como propuesta curricular; siendo que el currículo oculto para ser percibido como “currículo oculto” necesita de su visibilización en la experiencia formativa de los estudiantes y en el currículo real de la institución educativa; lo que nos lleva a pensar en la existencia de un “currículo oculto” potencial y un “currículo oculto real”. El primero es el “currículo oculto” que se organiza y define en la conciencia de los sujetos educativos pero que no se manifiesta, parcial o completamente, en la actuación real de los mismos en relación al “currículo formal”. El “currículo oculto” en estas circunstancias tiende a mantenerse como un “currículo latente” por diferentes razones que pueden ser razones de coacción, de acentuada legitimidad del “currículo oficial”, de una alta organización burocrática de la institución educativa, entre otros.

Ello significa, siendo así, que el currículum oculto tiene un carácter ideológico, porque de hecho expresa una ideología diferente a la oficial y puede considerarse y expresarse de un modo encubierto, latente, no intencionado, implícito e inadvertido.

El currículum oculto, así, cataliza y motoriza un nuevo discurso, actitudes, acciones, palabras, valoraciones, omisiones, que no son visibles pero que se transmiten de diversa forma e inciden en la práctica docente. Su intencionalidad y profundidad varían de acuerdo a la dinámica de los actores del proceso educativo, en el marco del accionar cotidiano y formal o implícito, dado a que de partida se reconoce que las personas no son iguales porque cada una trae sus experiencias previas y construye su propia historia personal y escolar.

Lo cierto es que el currículo oculto o invisible forma parte de los procesos naturales que se realizan en el aula y en sus diferentes contextos relacionados, y a veces es de tal fuerza y magnitud que puede tener que adquiere una mayor incidencia que el propio currículum formal.

Para una mayoría de docentes lo aprendido y sabido como currículo oficial se subordina a los aspectos desarrollados en el “currículo oculto”, pues los factores y experiencias del “currículo oculto” son más satisfactorias y suelen ser más duraderas que otras experiencias, ya que mediante de ellas se pueden estructurar mejor las reglas y modos que regirán sus nuevas relaciones con la sociedad, grande o pequeña, en la que se desenvuelven.

El currículo oculto aparece como un sistema de acción, una reserva ideológica que ningún docente, ni directivo puede controlar fácilmente. Los nuevos roles del currículum oculto son aprendidos y adquiridos, no necesariamente mediante libros o documentos, sino por las actitudes de los sujetos sociales y las relaciones interpersonales que se establecen en el juego de los roles sociales, de las clases y grupos sociales que conducen a la formación de las ideologías, las creencias culturales y la cultura institucional.

EL MOVADEF: SOBRE DESLINDE Y DESLINDES
Los dirigentes del Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales (MOVADEF) han decidido no continuar con la insistencia de inscribir su organización política en el Registro de organizaciones Políticas (ROP) del Jurado Nacional de Elecciones, en respuesta como ellos dicen “a la campaña de persecución política montada por el Estado, en contra de los comunistas y de los marxistas-leninistas-maoístas, pensamiento Gonzalo” con lo que se da término al capítulo final de toda esta azarosa campaña política de legalización iniciada por dichos dirigentes hace algún tiempo atrás. Sin embargo lo que no concluye, con toda seguridad, es su febril intención de continuar en la brega por ampliar su radio de influencia en la sociedad civil, reclutando adeptos, difundiendo el ideario del “pensamiento Gonzalo”, haciendo pintas y tantas otras cosas más que tienen que ver con la reconstrucción política de una organización violentista que tiene como propósito inmediato la excarcelación de sus principales cuadros políticos hoy en la cárcel, y dentro de ellos el más importante Abimael Guzmán.
Una cuestión fundamental exigida durante estas semanas en que el tema de su inscripción estaba en el candelero, ha sido el de su renuncia expresa y previa, a la filosofía, ideología y política “gonzalista”, como una demostración evidente de su renuncia a la vía de las armas y al terrorismo para acceder al poder, y de toda maniobra política para utilizar el espacio de la democracia formal como un medio para retornar al camino de la violencia. Renuncia que no aceptaron y la rehuyeron en todos los idiomas, apelando a argumentos triviales y ridículos que nadie en su sano juicio podía dar crédito, lo que nos lleva a pensar que en el retorno a su activismo en la sociedad civil la utopía obscura del “pensamiento Gonzalo” seguirá inoculando virulentamente cada uno de sus decisiones, actos y mensajes.

Numerosos analistas coinciden en señalar, por ello, que la lucha ideológica, política y cultural contra el senderismo redivivo recién empieza, aunque no se sepa a ciencia cierta cómo sería ese empiezo. No está demás barruntar, por lo menos, algunos elementos que permitan trabajar en esa perspectiva, teniendo en cuenta que las cosas no serán tan fáciles como algunos la pintan:

El contexto sociocultural y político nacional predominante está profundamente fracturado, escindido, dividido y pulverizado como resultado de la globalización y el neoliberalismo impuesto en el país por el fujimorismo mafioso y corrupto y la derecha cerril, para beneficio del gran capital internacional y sus cipayos criollos, trayendo como consecuencia la separación existencial entre los seres humanos, el hiper individualismo, la pérdida de referentes ideológicos sustanciales y la ausencia de grandes proyectos colectivos de vida social; lo que dificulta seriamente la organización colectiva, el debate público y la configuración de nuevos compromisos identitarios ideológicos que busquen la “gran transformación” en los marcos del sistema democrático. ¿Cómo reconfigurar el perfil societal sobre esta base económico-social deleznable? Es la primera pregunta a la que habría que responder.

El deslinde con la ideología maximalista de los cultores de la violencia ¿a manos de quiénes estaría?, ¿de los partidos políticos?, ¿de los académicos?, ¿de la escuela?, ¿de los congresistas?, ¿de los medios de comunicación? ¿Quiénes serían los primeros convocados al frente de la batalla para enfrentar y derrotar ideológica y políticamente a la ideología del “pensamiento Gonzalo”?

Para la derecha política el deslinde ideológico se resume en el deslinde formal, de las normas y las leyes, como lo que acaba de suceder no aceptando la inscripción del MOVADEF en el registro electoral; en la descalificación mediática y en el endurecimiento de las medidas coactivas; o en la basura argumental de cacasenos que, como Aldo Mariátegui, expulsan regularmente contra la izquierda en general. Y punto, no hay nada más.

Para la izquierda democrática, en cambio, el desafío es más complicado porque se trata de ir al fondo del asunto. Al fondo aquel donde el terreno conceptual es más denso y también más movedizo y comprometido, donde se pone en discusión y entredicho las vigas maestras del marxismo y del socialismo como una de las grandes metanarraciones o utopías del siglo XX, desde ángulos y enfoques diferentes: ontológico, epistemológico, ideológico, político, cultural y ético. No nos olvidemos que “sendero luminoso” es, en gran medida, la hechura maximalista de una doctrina política marxista de vigencia mundial a lo largo de gran parte del siglo anterior, doctrina asumida por el senderismo como la de un “marxismo dogmático, esencialista, infantil y provocador”. ¿Cuál es, en consecuencia, el marxismo no dogmático, no esencialista y no infantil o provocador? Este es un asunto que debe conducirnos a redescubrir la teoría marxista en sus diferentes interpretaciones, y la política en todas sus posibilidades. A volver al viejo Marx no sólo con el viejo prisma oficial de las internacionales comunistas, sino de las varias interpretaciones heterodoxas (Lukács, Gramsci, Mariátegui) que han florecido más allá de los enmohecidos manuales soviéticos.

El deslinde con el “pensamiento Gonzalo”, para la izquierda, es al final de cuentas también un deslinde consigo misma o un tomarse cuentas a sí misma, histórica, política e ideológicamente, posicionándose en un escenario teórico propio para enfrentar al “pensamiento Gonzalo”, de una manera coherente y firme en temas como, por ejemplo, los siguientes: el Estado, la democracia, la hegemonía, la revolución, la dictadura, la propiedad, la cultura, la ética, la lucha armada, etc. De no hacerse ello, hay el enorme riesgo de desvirtuar el deslinde conduciéndolo por caminos intrascendentes o muy semejantes al camino de la derecha política mediática.

Este proceso de deslinde, también, puede ser la oportunidad de reconstruir teóricamente a una izquierda nacional que, hasta el momento, no ha podido reequilibrar sus ejes teórico y programáticos, luego de la “caída del muro de Berlín” y del “socialismo real”, en un contexto de ofensiva ideológica mundial por parte de una derecha política envalentonada por aquellos sucesos.







                                              UNIVERSIDAD Y CURRÍCULO



Uno de los roles importantes de la universidad es la formación de sus estudiantes en relación a las diferentes opciones profesionales que ofrece, entendiéndose por formación el desarrollo integral de los mismos a partir de sus propias potencialidades, donde el papel y la responsabilidad del docentes universitario es fundamental en calidad de mediador entre el aprendiz y la cultura organizada y condensada en lo que se conoce como el currículo universitario.

La formación en consecuencia no es la simple instrucción, el adiestramiento y menos el adoctrinamiento de los estudiantes. Comprende la instrucción pero no se reduce a ella, del mismo modo que, en ciertas áreas de preparación curricular, comprende también el adiestramiento, y rechaza absolutamente el adoctrinamiento porque atenta contra la libertad y la autonomía del aprendiz y, porque, mediocriza el aprendizaje de los estudiantes. Para ello el docente universitario no “dicta” clases, término infeliz que corresponde a una ya superada etapa docentecéntrica donde el estudiante aprende por la imposición y la vigilancia vertical del docente. El docente “desarrolla” una clase calificándose como mediador cultural en el aprendizaje y la formación de los discentes.

La formación universitaria, planteada en estos términos, tiene significación y legitimidad en sí misma y en relación a una utopía concreta: el perfil de salida del estudiante. La significación en sí es la importancia que tiene la formación del ser humano como ser humano, como miembro activo de una sociedad y como un ciudadano consciente de su realidad; en tanto que la formación hacia una utopía concreta, viene a ser la formación integral del futuro profesional capacitado para desenvolverse exitosamente en el mundo laboral complejo y aceleradamente cambiante. Formar y desarrollar es, entonces, una responsabilidad más compleja que enseñar y “dictar” clases.

La formación en sí y para la utopía concreta, por la complejidad que ello supone institucionalmente hablando, y porque es la institución, a través del colectivo académico-social que la constituye, quien tiene la responsabilidad de amalgamar, integrar en una sola perspectiva y orientar el conjunto de elementos, componentes y procesos de la formación académico-profesional, en un proceso total armónico, coherente y evaluable, debe ser asumida y gestionada de una manera racional y coherente. Racionalidad que se instrumentaliza mediante la planificación curricular universitaria que comprende las etapas del diseño curricular, la ejecución curricular, la evaluación curricular y la realimentación curricular. El no proceder de esta manera simplemente conduce a la dispersión y la anomia curricular que es el fracaso de la universidad en la realización de su rol fundamental cual es la formación de sus estudiantes.

Existen muchas definiciones y conceptos de currículo en general y de currículo universitario en particular, pero más allá de esos conceptos que a veces son tomados simplemente de una manera formal, artificial y como para salir del paso en una responsabilidad curricular y académica, lo que debe interesarnos es el sentido del currículo en su fase de diseño que es bastante simple: el currículo es lo que se piensa o se considera hacer académicamente en la universidad en cada carrera profesional, de forma tal que eso que se piensa hacer debe asumir un grado racional de concreticidad manejable, gestionable y evaluable que, sólo en su ejecución, demostrará la bondad de lo pensado. Por ello el currículo, como dicen algunos, es también una hipótesis sólo demostrable en el proceso de su ejecución, pero una hipótesis en el más alto nivel de su formulación.

La necesidad de planificar el currículo universitario encuentra, en estas consideraciones básicas, su más importante justificación.

La fase del diseño del currículo es la fase cardinal para todo que viene después: ejecución, evaluación y retroalimentación, porque dependiendo de la calidad del diseño dependerá, en gran medida, la calidad de las fases subsiguientes en la planificación curricular. Es la fase donde el cuerpo docente, que es el cuerpo de los especialistas institucionales, siguiendo una serie de trayectorias metodológicas produce el documento plan curricular (currículo formal) que contiene un juego de componentes relacionados entre sí, interinfluyentes y orientados a la formación integral de los estudiantes y a la formación académico profesional de los mismos. En el diseño curricular aparece, así, lo propio de la formación de los estudiantes y la utopía concreta de la formación (perfil de salida, básico o ideal del currículo).

El diseño curricular es, entonces, un esfuerzo colectivo cognoscitivo, epistemológico, científico, cultural y ético de sistematización, selección, redefinición y producción de contenidos procedimentales, conceptuales y actitudinales, a ser desarrollados en los espacios de aprendizaje de la universidad (salón de clases, laboratorios, etc.). Este esfuerzo es, como se dijo más arriba, un esfuerzo mediador entre la cultura universal y nacional y quienes aprenden, por lo que la mediación implica información, investigación, criterios de selección y producción de contenidos. No es fácil ni debe ser fácil porque aquí se juega la legitimidad cultural y epistemológica de lo que se aprende. Lo fácil indudablemente es la “copia” y el asumir acríticamente contenidos de otras realidades que sirven a los intereses culturales de esas realidades pero no a las nuestras. En crítica a esta propuesta se dirá seguramente que la globalización borra las diferencias en aras del bien supremo de una ciencia, una tecnología y una cultura “vitrina”, que es la ciencia, la tecnología y la cultura de los países “centro”. Pero no es así, la globalización globaliza pero también particulariza, homogeniza pero también diferencia; detrás de lo cual bulle lo universal y lo originario nacional, que el currículo tiene la responsabilidad epistemológica, cultural y ética de asumir creativa, propositiva y contestariamente. No nos olvidemos que este ha sido y es exactamente el camino que en sus sistemas universitarios han asumido los países centro: ir desde una perspectiva nacional hacia el mundo dominado por las cruzadas y avanzadas de sus propios empresarios en el afán de expandir el mercado necesario a sus intereses mercantiles.