viernes, 8 de enero de 2010

INAMBARI: NO LOS DEJEMOS SOLOS

El debate sobre el tema de la Hidroeléctrica de Inambari amenaza ingresar por la curva declinante de una pérdida de interés, iniciativa e imaginación por parte de los sectores sociales y líderes interesados en el asunto, salvo los directamente afectados como son los cientos de pobladores de los ámbitos que se verán invadidos con la realización de este megaproyecto y otros similares que se hallan en las intenciones nada ocultas del gobierno central y los inversionistas brasileños. Todo ello mientras el ejecutivo nacional, el gobierno de Lula y los empresarios del país de la zamba, avanzan en tropel en la línea de la ejecución de la cuestionada obra recurriendo, incluso, como es característico en estos casos donde la danza de millones de dólares eleva sideralmente la temperatura de los decisores y operadores en política, a la posible configuración de lobbis para silenciar y/o trocar la voluntad y la opinión de técnicos, políticos y comunicadores.

La sociedad civil, en buen trecho de este debate, se ha pronunciado sobre la inconveniencia de la construcción de marras, con argumentos sociales, medioambientales y técnicos ampliamente difundidos y escasamente aclarados y rebatidos por el oficialismo, salvo algunos oficiosos defensores de última hora que, encandilados por el juego de espejos mercadotécnicos neoliberales, hacen algunos esfuerzos por convencernos de lo contrario. Pero, en lo que es el gobierno y sus áreas de responsabilidad directa, hasta el momento, que se sepa, no ha tenido la entereza de mostrar públicamente estudio de impacto ambiental y documento técnico alguno, donde se despejen consistentemente las justificadas preocupaciones y argumentos técnicos provenientes de la sociedad civil regional.

Un problema de fondo en toda esta controversia es el concepto de desarrollo que se maneja y, en consecuencia, el sentido que tendrían las acciones diferentes que se podrían implementar en distintos horizontes temporales y responsabilidades.

Para la mentalidad neoliberal criolla que, ojo, no siempre es la mentalidad neoliberal de los agentes económicos del mundo capitalísticamente desarrollado así como de algunos países subdesarrollados, el “desarrollo” se resume en más capital transnacional invertido en el Perú al costo que sea, más apertura de nuestro mercado interno y la transformación del país en una feria de remate de todo lo que se pueda subastar y rematar como, en este caso, son nuestros recursos naturales, en un contexto tendencial donde, por obra de este mismo capitalismo y la burguesía depredadora, los recursos no renovables están condenados a una indefectible terminación.

Esta mentalidad de mercader proyectada al tema de la hidroeléctrica de Inambari, entonces, alucina con el Canon Hidroenergético, con el 30% de impuestos de su utilidad neta y con grandezas seductoras como, por ejemplo, de que esta hidroeléctrica será la más grande del Perú y que tendremos MW de sobra como nunca la hemos tenido hasta ahora. Canon, impuestos y grandezas de fantasía ¿son suficientes argumentos para embarcarnos en una empresa de esta magnitud con daños irreversibles a la ecología del país y a la población allí asentada?

Cualquier ingreso económico, en los términos que sea, no podrá compensar ni de lejos los enormes e irreparables daños que se producirían a la economía, las poblaciones, la infraestructura y el medio ambiente como consecuencia de la destrucción de infraestructura carretera, la movilización de miles de toneladas de material, la modificación irreparable del hábitat natural con la consiguiente pérdida de flora y fauna y la expulsión, entre otros, de todas las poblaciones asentadas en estos lugares y que, con el correr de los años, han erigido vida y destinos propios. Más aún si el gobierno nacional carece de una visión de futuro estructurada, compartida y traducida en políticas de desarrollo donde todas sus decisiones tengan explicación y fundamentación incluso geopolítica. En este caso se camina al revés: primero se ejecutan obras y luego se intenta encontrarles una fundamentación sistémica.

Expuestos los argumentos y las razones sociales, científicas, tecnológicas y medioambientales se configuran hacia delante, consiguientemente, dos escenarios: el escenario de la política oficial donde las cosas están transcurriendo subrepticiamente, entre bastidores, con los preparativos y los arreos del asalto final sorpresivo; y el escenario social regional focalizado en las poblaciones potencialmente afectadas por el megaproyecto cuya voluntad combativa ha dado lugar, hasta el momento, a algunas acciones de lucha directa con el apoyo de algunas alcaldías conscientes de las consecuencias de este asalto del neoliberalismo a las posibilidades de una vida mejor de la sociedad regional y nacional.

Si la táctica del oficialismo es dejar que la oposición regional a la construcción de la hidroeléctrica en mención decline “suavemente”, apelando, incluso, a la división entre sus propios actores como el reciente caso de Madre de Dios, el aislamiento y silenciamiento de las poblaciones manifestantes asentadas en el área directamente afectada por el proyecto, es cuestión de tiempo y de dinero. Por ello el grito “no los dejemos solos”, especialmente en esta fase donde las cosas se están cocinando aceleradamente entre bastidores, los lobbies se despliegan a tiempo completo y la adquisición de conciencias cobra terrible realidad. “No los dejemos solos” en una lucha desigual donde si bien es cierto que la razón está con los contendientes de este lado, la fuerza ciega se halla en manos de quienes están haciendo del Perú una casa de remates a cual mejor, de sus más preciados recursos naturales, despojando a sus generaciones futuras de la posibilidad de decidir, con autonomía y libertad, sus mejores alternativas de vida.