LA DERECHA POLÍTICA EN LA SEGUNDA VUELTA: TEMORES Y REACCIONES
Escasas son las ocasiones, como la que actualmente vive el país, en que la derecha cerril, económica y política, se desnuda mostrando sin el menor recato todas sus partes pudendas, desesperada ante la posibilidad de que el comandante Ollanta Humala se alce con el triunfo este próximo 5 de junio.
Desde los más sobrios y recatados analistas, políticos y comunicadores “democráticos” de indudable inclinación derechista, hasta los más pequeños plumíferos provincianos desbarran, en estos momentos, por el tabogán de la desesperación, el espanto y el desnudismo político ante la cercanía de un resultado adverso a sus sueños y fantasías neoliberales; recurriendo, como siempre lo han hecho en otras ocasiones, a la mentira, al miedo y a la deformación del programa político del colectivo político Gana Perú. Es que la derecha tullida y atrasada que tenemos en el Perú es una derecha genéticamente acostumbrada al statu quo de la ganancia fácil, al inmovilismo de las ideas y a la mansedumbre ovejuna de los políticos. No gusta respirar aires nuevos ni afrontar desafíos, explorar diferentes itinerarios y, por el contrario, huye en estampida ante cualquier olorcillo siquiera de cambios para oxigenar su propio modelo económico neoliberal. Por eso todos los cambios más o menos significativos en el modelo económico capitalista que se han dado en el Perú, a lo largo de su historia, han necesitado de acciones traumáticas en el terreno político incluyendo dictaduras militares como la de Velasco Alvarado. Una primera conclusión, entonces, es que la derecha no cambia por sí misma. Necesita que la obliguen a la transformación.
La estrategia que utiliza la derecha cerril, como en este caso contra Ollanta Humala, para dificultar y paralizar cualquier posibilidad de alternancia sustancial en el poder, que traiga como colofón por lo menos la reforma de su modelo neoliberal “primario exportador y de servicios” (Gonzáles de Olarte), es de doble rostro: destruir y cooptar. Destruir, como lo hace Rosa María Palacios y otros, buscando descalificar al candidato Ollanta presentándolo como estatista, chavista y enemigo de la libertad de prensa; y cooptar, como lo intenta hacer el candidato perdedor PPK y otros, apelando al sentido común distorsionado de mucha gente, para quitarle filo al programa ollantista, embotarlo, reducirlo a su mínima expresión y volverlo digerible a las necesidades de la ultraderecha. Con este segundo propósito esta derecha política está movilizando todos sus recursos incluyendo, indudablemente, a sus tradicionales guardianías compuestas por sus agentes económicos, intelectuales y publicistas que estrujan neuronas para arrinconar al cuerpo intelectual y político de Gana Perú y obligarlo a enmendaduras, agregados, sustituciones y correcciones en su programa original. Una segunda conclusión, en consecuencia, es que la derecha, apoyada en la enorme ventaja que le da su poder económico e ideológico, puede también fagocitar a sus adversarios y convertirlos en parte del “establecimiento”.
En este proceso entran al juego las denominadas “guardianías” del sistema constituidas por agentes individuales y colectivos de diferentes categorías: económicas, políticas y culturales, del país y del exterior especializados en el convencimiento de que “mejor es lo malo conocido que lo bueno por conocerse”, estimulando, construyendo y difundiendo ideología adversa al cambio; explotando el sentido común tradicional de la gente dispuesto al conservadurismo; hiperbolizando las debilidades del adversario; introduciendo la incertidumbre y el miedo al riesgo en la población; y prefigurando escenarios cataclísmicos en el futuro del país, como lo vienen haciendo algunos académicos, varios comunicadores sociales y “analistas políticos” que, en estos días, ante el evidente progreso de Gana Perú en sus aspiraciones presidenciales, están apelando al comportamiento del mercado (incremento del “riesgo inversión”, fluctuación de la bolsa de valores, suspensión de inversiones, etc.) real o ficticio, para inducir la falsa idea de que con el programa de Ollanta en el poder “el Perú se va a la ruina”. Ya no es, en consecuencia, sólo Ollanta como persona sino el programa de gobierno que levanta el candidato Ollanta, al que se busca descuartizarlo, ralentizarlo, destesticularlo y transformarlo en un remendado y timorato frankestein aceptable para los de arriba pero malo o insuficiente para los de abajo y, de paso, hacer comulgar al candidato de la transformación con las “ruedas de molino” de las políticas neoliberales.
¿Cómo revertir esta situación de ofensiva de las guardianías ideológicas y políticas del sistema?, ¿cómo, en una situación donde amplias franjas de ciudadanos en los diferentes sectores de votantes, están todavía indecisos o se muestran incrédulos ante “lo nuevo por conocerse”? Son preguntas para las que no tenemos respuestas suficientes, pero en lo que sí estamos seguros es en que estamos en la hora de la concertación, del obrar con inteligencia y mucha sagacidad política, de manejar compromisos confiables y de sustentación estratégica, de trabajar acertadamente en los microespacios sociales y de la política, de superar el sentido común tradicional por un buen sentido moderno y, especialmente, inspirar confianza y fe en una población bastante escaldada con la mentira y la corrupción.
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