EPISTEMOLOGÍA: NOTAS PARA EL ENCUENTRO ENTRE LAS “ORILLAS” CULTURALES
El acercamiento a una interacción epistemológica positiva entre el pensamiento occidental y el pensamiento andino amazónico tiene, a mi entender, dos vías, caminos o trayectos: la vía de va de lo occidental hacia lo andino amazónico y la vía inversa que transita de lo andino amazónico hacia lo occidental conducidas e impulsadas, ambas vías, por los intelectuales orgánicos de cada mundo cultural.
En cuanto a la vía que se dirige desde la cultura occidental hacia la no occidental, para ser efectiva en su voluntad e intención intercultural, necesita de algunas condiciones y requisitos importantes como los siguientes:
a. Percepción del mundo como un mundo realmente diverso, ecológico, multiétnico y multicultural con igualdad de derechos y posibilidades de actuación, por parte de una “yoedad” que se asume autocríticamente cuestionando nuestro propio “hábitus” (Bordieu), o lo que Quijano denomina como “eurocentrismo” en el pensamiento fuertemente vigente en la mentalidad y praxis de la sociedad peruana en todas sus categorías.
b. La asunción de la diversidad sociocultural y ambiental como una preocupación buena, y demostrable, para todas las criaturas vivientes de este planeta.
c. Voluntad ética, desprejuiciada y cognoscitiva para interactuar, dialogar y discrepar positiva y constructivamente con la “otredad” cultural.
d. Hacer el esfuerzo intelectual y ético por encontrar en el propio discurso epistemológico occidental espacios y ventanas de intelección con el discurso de la “otredad” andino amazónico en materia de conocimiento.
e. Abrirse cognoscitivamente a la exploración, vivencialidad e interpretación racional de la cosmovisión y demás componentes de la sabiduría andino amazónica, considerando a sus personas no como objetos de investigación sino como interventores activos en una investigación donde todos somos investigadores y todos nos beneficiamos de sus resultados.
Esta forma de asumir cognoscitivamente la interculturalidad es, sobre todo, de mucha importancia en el docente quien está desafiado permanentemente a enlazar activa y positivamente la diversidad cognitivo-cultural en un espacio socioculturalmente integrado de estudiantes de diferentes procedencia étnico cultural. Si el docente no posee un perfil real “amistoso” con la “otredad” cultural y, gracias a ello, está en condiciones de departir interculturalmente, buscar información, investigar, establecer un diálogo horizontal y respetuoso con las personas de las otras culturas, y demostrar en su vida personal coherencia entre su teoría y su práctica, es imposible que pueda realizar una docencia intercultural tanto en el nivel básico como superior de la formación educativa peruana.
No basta en consecuencia una formación superior academicista e intelectualista en materia “intercultural”, ya sea como diplomados, especializaciones, maestrías o doctorados. Hay muchas universidades que empujadas por cierto afán mercantilista han abierto diplomados y estudios de pre y postgrado en el terreno de la interculturalidad, con resultados formativos más que deplorables porque sus egresados no han demostrado en la práctica haber reconvertido sustancialmente sus conocimientos, su ética y su forma real de actuar personal y profesionalmente tanto ante sí como ante los demás.
Es indudable que desde la “orilla” de la “otredad” andino amazónica el esfuerzo de comunicación e interacción cultural es semejante al señalado para quien posee una formación cultural de corte occidental u occidentalizante, con la particularidad de que, por el momento, encontramos todavía una intelectualidad orgánica en formación, en unos países más que en otros. Hay sin embargo aquí un riesgo, el riesgo de un fundamentalismo a lo Torquemada que, enredado en sus propios prejuicios y demonios, se autolimita y pretende limitar a los demás de la propia “orilla” en sus propios, únicos y necios convencimientos culturales (a lo Turpo Choquehuanka) que, de prosperar, conduciría no a una interculturalidad normativa (la interculturalidad como es deseable que sea) buena para todos sino a la escisión y polarización sociocultural del país que, expresada en la política, recrearía (¡Dios no lo quiera!) formas feroces de dictadura o tiranía experimentadas en la historia de la humanidad, aunque se vistan (o quizás por ello) con el manoseado atavío tawantinsuyano.
La interculturalidad normativa bajo estas premisas se ha venido desarrollando, hasta el presente, básicamente en el espacio de la ética del suma qamaña o sumak kawsay que es importante para el “buen vivir” y, en este sentido, para organizar nuestra vida de una manera muy distinta a la vida impuesta por el capitalismo individualista, egocéntrico, cleptocrático y materialista; quedando pendiente la tarea de profundizar más en la interculturalidad cognoscitiva (gnoseológica y epistemológica) a partir de la cual o en relación a la cual, activar un diálogo rico en posibilidades formativas y utópicas no sólo para las comunidades que interactúan sino para el “multidiverso” en el que vivimos. Un diálogo donde cada comunidad cultural pueda expresar y proponer sus propias preguntas epistemológicas, reflexionar y discutir sus diferencias de conocimiento, exponer sus prioridades de conocimiento, aprender y enriquecerse su propio conocimiento, en estas diferencias como en sus similitudes, y abrir nuevas trayectorias socioculturales en una agenda sociopolítica que está por construirse. El mundo que se viene “multicivilizatorio” es un mundo, a no dudarlo, exigente y desafiante en estas cuestiones pergueñadas, por lo pronto, con mucha rapidez.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio