martes, 11 de mayo de 2010

EL PROYECTO CURRICULAR EN PUNO: RIESGOS Y AMBIGÜEDADES

La construcción y validación del Proyecto Curricular Regional (PCR) en Puno es un proceso que, como muchos sabemos, ha demandado un esfuerzo especial tanto de profesores especialistas y de aula, de directivos institucionales del sector educación, como de la propia sociedad civil organizada; proceso de algunos años ya que, a la fecha, viene produciendo iniciales frutos importantes especialmente en el rendimiento y la formación de aquellos estudiantes comprendidos en el área de la validación del PCR. En educación, es bueno reiterarlo, los efectos e impactos son visibles básicamente en horizontes temporales mayores a los usualmente utilizados para apreciar otras realidades.

El sentido, naturaleza y orientación de este proyecto ha colisionado, indudablemente, desde un inicio con la matriz cultural del Diseño Curricular Nacional (DCN) impuesto tradicionalmente por el Ministerio de Educación, porque el substrato cultural y pedagógico sobre el que se afirma responde a las reales necesidades, problemas, características y tendencias socioculturales de una región, como la nuestra, históricamente despojada de su capacidad de elegir con libertad la mejor opción para el desarrollo individual y colectivo. De donde, era esperable la oposición con mil lenguajes y mil actitudes del nivel central gubernamental hacia esta iniciativa colectiva de imaginación, pensamiento y razonamiento descentrado, entendida también como una capacidad humana central que ningún individuo ni colectivo político puede negar porque ello es parte de una vida humana buena.

El argumento utilizado, desde siempre, por el oficialismo para recusar y reprimir toda iniciativa académica y pedagógica diferente al pensamiento educativo centralista, como es el de “garantizar la unidad nacional” apelando a la uniformidad curricular nacional, ha sido desbaratado reiteradamente por el pensamiento moderno y libre que, apoyado en la ciencia y la cultura, ha demostrado con creces que este “argumento” no es sino un pretexto para mantener, en el fondo, el centralismo educativo del cual queremos liberarnos raigalmente y, sobre todo, la concepción, representación social e ideología de un “eurocentrismo” que beneficia a las clases tradicionalmente propietarias en el país. No perdamos de vista que la educación es un medio esencial para la edificación de un “habitus” necesario al sistema global vigente y a los primero beneficiarios de ese sistema: los grandes grupos de poder económico, social y cultural.

El proceso de descentralización que experimenta el país, aun con todas sus limitaciones, ha permitido la articulación de una voluntad inicial importante en la perspectiva de construir un nuevo sentido común sobre la educación y nuevas propuestas para realizar la educación en los espacios “subnacionales” como, en este caso, el PCR y otras propuestas que se vienen gestando en otras regiones del Perú, en un esfuerzo enorme que seguirá siendo enorme todavía porque el cambio de la educación no es sólo cambio en sus normas e instrumentos de gestión, sino básicamente en la “representación social” y los comportamientos de las personas. Este proceso, articulado organizacionalmente en el nivel de la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales (ANGR), en el contexto de la implementación del Programa Estratégico “Logro de Aprendizajes al finalizar el II Ciclo”- PELA, determinó “precisar algunos temas relacionados a la implementación de las actividades de la estrategia LAP”, como la siguiente precisión: “Los gobiernos regionales deben asegurar que la implementación de la Estrategia LAP esté articulada con los Proyectos Regionales (el subrayado es nuestro), los Proyectos de Inversión Pública y otras intervenciones similares que se estén dando en la región”. Algo sin duda importante, porque ello habría permitido un reforzamiento de valor significativo en la aplicación del PCR, especialmente por el lado de los recursos económicos que, para el caso de Puno, ascienden a aproximadamente tres millones de soles de los 87.4 millones de nuevos soles “asignados directamente a los pliegos de los gobiernos regionales”.

La debilidad en la capacidad de negociación regional y la propia imposición del nivel central, seguramente, han permitido que la orientación en la implementación de este programa estratégico, y el manejo de los recursos, sea copada por el nivel central del Ministerio de educación y no por la región, con la derivación preocupante de que esta orientación, como se está visualizando ya, no responde a la filosofía, concepción y diseño curricular del PCR sino al DCN; grave problema que debe ponernos en alerta porque, en la medida en que ello prospere, se avanza al estrangulamiento del PCR a manos de los capacitadores desplazados desde el nivel central y de las capacitaciones con un substrato cultural e ideológico diferente a la matriz cultural propugnada por el PCR. Y todo ante nuestros propios ojos y la estulticia de no seguir bregando por la afirmación de nuestras políticas de desarrollo educativo. Urge, en consecuencia, un toque de alerta ante esta situación y la apertura de espacios en la sociedad civil para la discusión de este recodo crítico que amenaza con limitar y negar nuestra capacidad de intelección, de enfoque y de gestalt, es decir, de mirada de lo nuestro y desde lo nuestro en un proceso de interculturalidad y de libertad que ya nadie puede negar.

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