lunes, 7 de julio de 2008

VLADIMIRO: ARROGANCIA, CINISMO, PREPOTENCIA Y MUCHAS COSAS MÁS

Luis F. Vilcatoma Salas
La semana que concluye es pródiga en acontecimientos (Resolución N. 013-2008 del Ejecutivo que confisca el canon de las regiones, universitarios samarquinos que se enfrentan a la prepotencia del alcalde, Putis, liberación de Ingrid Betancourt, etc.) que, por igual, merecerían comentarios muchos y de diferentes matices, sin embargo todavía centellea en nuestras pupilas la presentación, en calidad de testigo en el juicio del nissei Fujimori, de su ex_asesor Montesinos que, por la forma en que se ha dado, obliga a una necesaria respuesta. Y digo respuesta porque personalmente, como seguramente le ha sucedido a muchos peruanos, me he sentido asqueado en lo más recóndito de mi sensibilidad individual por el “vómito negro” de este impresentable sujeto.
La arrogancia, cinismo y prepotencia de este personaje ante un fiscal, por lo demás, timorato y vacilante en muchas de sus preguntas, me ha llevado a pensar que Montesinos se ha burlado y ha sido ofensivo no sólo con los vocales supremos que ven su causa, sino con todo el país de gente digna, decente, honrada y que sinceramente cree todavía en la justicia nacional. Cada escupitajo de mugroso desparpajo lanzado por este, moralmente maloliente, corrupto sujeto ha sido un golpe, no esperado, en la cara a los millones de peruanos que, más allá de las pruebas escritas con firmas, sellos, testigos y cuadernos de cargo, exigidos por el abogado de Fujimori: César Nakazaqui, estamos absolutamente convencidos del gigantesco latrocinio perpetrado por la banda delincuencial aupada en el poder desde el famoso autogolpe del 5 de abril, contra el erario nacional, y del homicidio de miles de connacionales, tras su doctrina de “guerra de baja intensidad”, que tiene en los casos de Barrios Altos y La Cantuta sus manifestaciones más significativas. Cada mueca senil y guiño de complicidad con el “hermano siamés”, sentado al frente suyo y de pronto vuelto a la realidad luego de largos periodos de somnolencia, ha sido la maniobra aquella de la mano cerrada con el dedo medio hacia arriba, como seguramente era el dedo burlesco que esgrimía todas las veces que compraba conciencias con fajos de billetes, y filmación subrepticia de por medio, en la salida aquella de muebles encuerados; cuando arrebató lo último de pudor y aparente virginidad, con dinero contante y sonante, a una clase propietaria falsamente nacional, parasitaria y moralmente vil, acostumbrada a vivir gracias a las arcas y protección del Estado, y excrementó hasta la coronilla a una clase política (si se puede llamar todavía “clase política” a una cuadrilla de fronterisos ganapanes, con el perdón de singulares casos de excepción), prohijada en los más obscuros barracones de la política de última categoría, siempre dispuesta a venderse en cuerpo y alma al mejor postor. Cada soplo alitosiento de mentiras o medias verdades, de este personaje, ha sido una ofensa a la memoria colectiva de quienes sabemos hasta el cansancio, sobre las atrocidades de esta figura negra del manejo político nacional. Cada exudación narcisista de ridículo enciclopedismo, falso, tribial, tinterillesco y anacrónico, con olor a cebo de culebra de aquel ofrecido por avivatos mercachifles a mentes incautas, no ha sido sino el punto alto del paroxismo esquizofrénico de un sujeto que se siente perdido pero que, en su perdición, tiene la fantasía de seguir mandando y disponiendo como en los años aquellos de matrimonial felicidad palaciega con su alter ego. Y al final, luego del ventarrón pútrido de sandeces y descalificaciones por anticipado y repetidas limpiezas a su amo, cuando el pillo dice, por decisión propia, que no declarará más, optando por la retirada cobarde, sus nerviosas y exitadas palabras han sonado como el portazo en la cara como de quien no quiere recibirnos en su casa; o de quien luego de insultarnos simplemente nos larga, dejándonos con la palabra en la boca. El pillo que se cree dueño del escenario, que puede decidir por propia voluntad cuándo declarar y cuándo no; qué, cómo y cuánto decir, y a quién embarrar o no; y lanzar la impresión con amenaza subliminal añadida de que puede seguir embarrando con ventilador a medio mundo, nos deja plantados con el sabor amargo en la boca de no haberle podido decir lo que los vocales y el fiscal han debido de decirle, o de “pararle los machos” como bien reza aquel sabio y sano consejo popular.
Que detrás de esta parodia de testigo judicial y otras parodias más que seguramente vendrán, con el auspicio y complicidad mediática de los grandes intereses en los medios de comunicación, hay algo planificado por el fujimorismo sobreviviente, no hay duda alguna, como un componente importante de la pasada de escoba y basurero al desempeño autoritario y corrupto de Fujimori, en su calidad de Presidente del país, y, por allí, desbrozar el camino para una alucinante tentativa de retomar el poder el 2011a través de algún integrante de la panaca fujimorista que, según todos los indicios, sería Keiko Fujimori. De manera tal que, en esta hipótesis, queda abierto el desagüe de los “perdones” presidenciales y cuanta figura legal se pueda engendrar en las mentes desorbitadas de los angurrientos de poder, para dejar en libertad y librar de toda sospecha a la pandilla de asaltantes del Estado, empezando por el jefe mayor.
En consecuencia, algo muy importante que todavía está pendiente en los predios de la sociedad civil, es el deslinde ideológico, cultural y político con todo lo que ha significado la época del fujimorismo, enriqueciendo la memoria colectiva para sacar las experiencias necesarias del pasado y mejorar la calidad ciudadana en nuestro país. Es la más profunda autoconciencia de nuestras propias equivocaciones, que permitieron este engendro terrible de gobierno neoliberal sin ética ni moral sanas, de violación de los derechos humanos, de entreguismo y corrupción virulenta que, desgraciadamente, quienes han sucedido en la gestión gubernamental, hasta ahora, se han mostrado y se muestran reacios a cortar el cordón umbilical que los une con tan enrarecido pasado.
Sorprende, por lo demás, el silencio presidencial ante estos hechos que sublevan la conciencia popular. Locuaz en otras oportunidades, rezongón y molesto como, sin ir muy lejos, con quienes conducen la protesta social del 9 de julio, con los presidentes regionales que no son de su agrado, y hasta con el Presidente de la hermana República de Bolivia Evo Morales, ha callado extrañamente en cien idiomas ante las agresiones públicas del ex_asesor fujimorista.

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